El escudo, como es habitual, aparece plasmado en el pecho. Más allá de las razones, esta avanzada de las marcas propias puede ser vista como un signo más del momento complicado que atraviesa el fútbol argentino, al que le cuesta cada vez más atraer a grandes empresas privadas y está cada vez más dependiente de los aportes de los gobiernos nacionales o provinciales.