Aún a riesgo de que no gustasen compró cincuenta unidades y se las trajo, entregándole al Athletic de Bilbao 25 de ellas y la otra mitad las dejó guardadas en casa de sus abuelos, ya que las camisetas de la sucursal madrileña todavía estaban en buen uso y tampoco sabía si las querrían. En las navidades de ese mismo año, aprovechando un viaje que realizaba a Inglaterra, al jugador Juan Elorduy le encargó el presidente del Athletic de Bilbao que comprase una cincuentena de nuevas camisetas (las realizadas en el Reino Unido eran de muchísima mejor calidad que las que ellos tenían).